Nos pasamos el dia recorriendo la provincia y entre caminos llenos de piedras y hoyos llegamos a un paraíso escondido llamado Playa Rincón. Este fue el peor día de mi enfermedad, todo el camino iba durmiendo a causa de los medicamentos pero al llegar a este lugar se me olvidó el dolor por un rato. Salimos a visitar una playa y nos llevamos tremenda sorpresa con lo que encontramos, agua cristalina, arroyos, charcos, manglares, cangrejos, pájaros silvestres, peces de todos colores y tamaños, pescado, agua de coco y mucha gente humilde y buena.
En lo que nos preparaban el pescado nos fuimos en una canoa a visitar los manglares. Subimos hasta en donde desemboca el río. El agua era fría y cristalina. Nos parábamos a observar los diferentes animales y a Elvis darse un chapuzón. El señor que nos llevaba nos contaba la historia de su vida mientras nos mostraba las diferentes especies. Evelis estaba feliz con todo lo que veía y no paraba de hacer preguntas.
Nos encontramos con un grupo de personas cristianas que acampaban en la playa y nos divertimos viéndolos disfrutar de el hermoso panorama.
No se imaginan la paz que hay en ese aislado lugar.
Es un lugar con una belleza inexplicable y que ningún lente puede captar.
Al final del dia no pudimos ir a nuestro próximo destino porque los pies se me siguieron hinchando y llegó un momento en el que ya no podía caminar. Los dolores cada vez eran mas fuertes y los medicamentos me daban mucho sueño.
Con dolor de mi alma nos tuvimos que marchar y seguir nuestro camino.
Hasta pronto Samaná, eres mi nuevo lugar favorito!
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