La mayoría de las personas cuando viajan a la Republica Dominicana tienen que tener un cuidado especial con sus hijos porque si no se les enferman. Evelis, desde que llegó fue como dueña por su casa. Habían miles de mosquitos y ella gozaba matándolos con una raqueta. Muchos mosquitos le picaron pero no le hicieron ronchas gracias a Dios. Cuando vió el mosquitero por primera vez ella estaba feliz, decía que estábamos en una casa de campaña. Lo único que no le gustaba era el agua fría, teníamos que prenderle el calentador para bañarla aunque hiciera calor. A todas las personas que conocía las quería. Ella estaba feliz de estar allá, no le hacía falta ni su papi.
Aquí con su primito Justin - el la llamaba la Melenua Chiquita - todos allá decían que Evelis es igualita a Melaine.
Fuimos a saludar a mi tío Niño y a Zoila y ella todavía guarda el peluche que usamos en el centro de la mesa para el Baby Shower de Melissa cuando estaba embarazada de Genesis.
Que alegría que Evelis conociera a mi tío - el es el hermano mayor de papi.
Nos fuimos de paseo por el pueblo. En cada esquina me paraba a saludar a alguien.
Les mostraba a mis sobrinos y a Evelis los niños que trabajan en la calle, los zapateros, los que venden frutas, los que lavan carros. Les recalcaba lo afortunado que ellos son, lo mucho que tienen, lo agradecidos que deben estar con Dios.
Y entre visitas y vueltas, entre saludos y sudores, entre recuerdos y abrazos recorremos un pueblo al cual conozco y al mismo tiempo es tan extraño para mi.
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