martes, 21 de junio de 2016

Nuestra Llegada a Villa Vásquez

 Ser la madre de una niña tan inteligente, tan madura para su edad, con tanta sabiduría no es nada fácil. Desde hace meses mi Mylah se preparaba para su viaje como si fuera una gente grande. Ella quería ir a Quisqueya a comer mango. Soñaba con ir a Villa Vásquez a la casa de Papá Manolo y que el le diera la comida - ya que su papi no iba a estar - Contaba los días para vacacionar con sus primos, conocer a sus tías, su abuelo, sus primitos, ella añoraba ese viaje mas que yo.
Desayunando con mango
Después del desayuno su alegría aumentó al ver a sus primos los cuales habían llegado en la madrugada y mucho mas al contestar al timbre y ver a su adorado papá Manolo.


 Como era de esperarse ella se fue en la camioneta con los primitos, mientras yo me iba en el otro carro con papi.
 Fue un verdadero placer compartir con mi prima Mildarys. Nosotras teníamos tanto que no nos veíamos. El amor entre ambas sigue intacto - no hay nada como tener primas!!!
 Durante el viaje a Villa Vásquez, quedé impresionada con los conductores. Tenía 7 años que no iba a Santo Domingo y les cuento que andar en la carretera es cada día peor. Los motores te salen por la izquierda y la derecha, por detrás por delante y todos al mismo tiempo. Le tocas bocina y los motociclistas ni se espantan, ni mucho menos se tiran al lado derecho. Allí ve los motoristas cargando espejos, aire acondicionados, se montan cuatro personas, ve hombres montados a la hembra, niños en el brazo, choferes con sombrillas, comiendo, bebiendo, de todo.
 Antes de llegar a Villa Vásquez hicimos una parada necesaria en un pueblo llamado Hato del Medio, en donde hacen los mejores chivos de la línea. Yo estaba loca por comer chivo al horno pero cuando probé el chivo guisado me olvidé del horneado. Todos quedamos encantados y prometimos volver.



 Cuando ya quedaba poco tiempo para llegar mi corazón latía y recordaba algunos de los pueblos, Villa Elisa, Villa Lobo. Notaba lo que había cambiado y lo que seguía igual. Me percataba de que el letrero de Villa Sinda tenía una falta ortográfica y que lo habían escrito con c en vez de s - no se como no lo han quitado. Cuando pasamos por la solitaria no puede faltar hablar de los cuentos de brujas. La entrada a la costa, la curva peligrosa, la gallera, el Car Wash, la bomba y por fin el arco.
En pocos minutos llegamos a la casa de mis padres, la casa en donde pasé tantos momentos inolvidables. Que alegría que Evelis pudiera por fin venir a esta casa. En el patio, buscaba las matas que faltaban y al encontrar la mata de mango de una vez nos peleábamos por ellos.
Genesis quedó fascinada con el perro, hasta se lo entrenó a mami.

                                     





Siempre es bueno regresar a tus raíces, a tu principio, a tu gente a tu pueblo.
Muchas cosas han cambiado, pero la casa donde creciste sigue siempre en tu corazón.

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